martes, 13 de septiembre de 2011

no era de esas.



-¿En que estas pensando?
-En la fiesta del otro día. Estabas tan distante... Y bailabas tanto con aquella chica...
-Eres demasiado celosa, sabes que no me fijaría en nadie que no fueras tu.
-Vi como la besabas. Y como acariciabas su espalda.
-...Pero
-Pero nada. Sabes? Podrias haber tenido todo en la palma de tu mano, o entre tus piernas, y has decidido marcharte con una de esas que no llevan sujetador.

Y, tras aquella pequeña discusion, me marché.
El portazo sonó a sangre. Ella chilló, me quería, y ahora lo se.Ella.

Hoy,cuando la he visto tras esa caja, en un estupido restaurante de comida rapida rodeada de unos estupidos compañeros y un estupido jefe... Me he dado cuenta de lo mucho que la he amado.Ella.

-Buenos días, ¿qué desea?
-Me gustaría tomar... Un café, con chocolate y nata, por favor.
-Si un momento.


Entonces se giró, y pude observar el magnifico cuerpo que aún conservaba. Ella. Me mira, se acerca a mi y me hace la pregunta que yo estaba esperando.
-Perdona, te llamas Marta?

La espero hasta que sale del trabajo. Ella. Me lleva en coche a su casa, mientras conduce fuma un cigarrillo y habla feliz sobre su vida, me cuenta tantas cosas... Y yo solo puedo mirarla.
Cenamos, bebemos, nos reimos.
-No sabes cuanto te he echado en falta. Cada noche te he necesitado a mi lado.
No quiero creerla, pero se que es verdad.
Cometí un error, me dice.
Y sólo de errores se aprende, Marta.

Ella. Más bonita que ninguna. Su sonrisa. Sus ojos. Su cuerpo. Ese lunar en la espalda.

Pero esta mañana he despertado abrazada a su pecho, escuchando su corazón. Me ha besado en el pelo, y he fingido estar dormida.

Creo que nunca se llegó a marchar. Porque ella no es una de esas chicas que no llevan sujetador.












Angie Wallace. ©