jueves, 15 de enero de 2015

Otra inútil nota de despedida

No es sorpresa este cuento,
cuando susurran de gusanos y velos,
de flores y llamas,
de tierra y cielos.
No es mentira,
aunque pueda parecer desde la modesta tranquilidad del corazón que siempre late,
y no es mentira que cesa el tiempo, se enredan los minutos y, aunque sonríen las fotos, se resquebraja la rutina de comedor al ritmo de los pies que van invadiendo la casa.
Escuchamos el eco de las esquinas y las mismas palabras que se disfrazan, se desordenan, correteando por los oídos como hormigas asustadas, mientras te veo caer en el pantano del pretérito pero,
te veo tan,
luminosa, tan,
certera y calmada, tan,
en paz, como si no escuchases a toda esa estúpida gente revoloteando con sus falsas disculpas,
ahí sigues, preciosa, deshaciendo tus arrugas y,
casi me parece verte caminar y reír, y oh, qué bella eres,
tan libre, tan,
viva.
Cambiando tu calor por descanso,
fundiendo tu mirada con el aire de la habitación y, ¡Quién sabe qué parajes sobrevuelas!, ¡Y en qué línea de qué párrafo habrás decidido zambullirte!, tal vez navegas sobre las nubes, tal vez escarbas con tus uñas la tierra roja del desierto, ¡Tan libre, tan bella, tan viva!
Vuela, tranquila, vuela,
que hasta mi muerte yo guardaré,
tu luz, tu sombra, tu memoria.

Descansa en paz, abuela. 14 de Enero de 2015.