"¿Para qué creer? Ya todo vale"
Ya ves, los trastos de la mesa siguen desparramados, como los dejaste, como siempre dejas todo, desordenado y diferente, húmedo y cobrizo recuerdo que suena a olas y a vuelo, a sombra y a cieno, a tinta y vino, a papel y a la orilla de tu almohada.
Será que la Morla no podía aguantar más la soledad, como un pianista harto de notas o un borracho de resacas, se arrastra y tirita a tientas, como un barco perdido entre las nubes pensando que navega en su reflejo, en su cómodo y conocido mar de apariencias.
Y yo me encojo y me arrugo como un papel candente que se consume sin más. Me pierdo como el marinero entre las nubes, y tecleo con hastío las notas que estoy harta de repetir, y degusto mis resacas una a una, porque ya no tengo nada que perder.
Ni ganas, ni recuerdos, ni a ti, ni a la Morla, ni a mis malditas manías.
Has llegado y me has hundido y revivido, me has consumido y avivado, me has hecho rendirme en la más culminante victoria. ¡Llegaste y te fuiste!
Y qué desordenado y diferente lo has dejado todo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario