No sé ni cómo empieza,
en qué renglón,
cual fue exactamente la palabra,
el detonante,
en qué parte de la habitación estaba yo,
debería saber,
se supone,
debería saberlo.
No me explico ni a mi misma la idea vertical de regreso a la angustia, cómo sin perderla de vista a lo lejos la encuentro de frente en cada esquina, sembrada como un muro que cerca mis ojos y mis oídos,
¿Dónde estaba yo?
Aún no me lo explico,
no lo creo,
no lo ubico en esta desordenada estantería de pelusa y arañas,
¿Dónde estaba yo cuando llegué a creer?
¿Cuándo se supone que debía empezar a doler?
Tú eras, serías, y yo vendida al vacío de la culpa por nada,
por una ilusión de espiga.
Y me duele, me arranca la piel cuando recuerdo mi precio, cuando recuerdo mi valor, ¡Tú eras! ¡Yo era! ¿Dónde estaba yo?
y ahora, ¿dónde estás tú?
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