miércoles, 13 de abril de 2011

Caida Libre.

Curioso nombre para esta caida.
Se le llama caida libre porque es una caida al vacío, sin cuerdas, sin límites, sin salvación ni perdición, todo cuesta abajo y sin frenos.
Pero sin duda alguna, la caida es libre sobre sí misma, ya que nosotros no lo somos ante ella.
No somos libres de culpa o de preocupaciones, pues son ellas mismas las que nos arrojan al vacío, son ellas mismas las que nos encarcelan en una celda de depresión, las que nos acorralan.
No somos libres de pecado, ni tampoco de resentimiento, no somos libres de espíritu, tampoco somos libres de mente, ni libres de pensamiento, no tenemos unos ideales libres ni una libertad amorosa.

Ni siquiera eres libre de tus propios actos, por mucho que te digan terceros, pues, si les es posible, no te dejarán efectuar tu caida, libre, ansiando esa libertad, como quien ansia la muerte hasta que la conoce, pues solo entonces se conoce verdaderamente a la vida.

Miras, aquella ciudad que te vio crecer, o que no lo hizo, aquella ciudad de la que estás enamorado o a la que nunca quisiste visitar, aquellos edificios que te inspiran o que te desquician, aquellas personas, diminutas, comparadas contigo, allí, desde lo alto.
Un par de calculos, tal vez, trayectoria del viento, porcentaje de posibilidades de dónde vas a caer, la duración de la caida y tal vez reflexionando, tal vez, buscando un solo motivo por el que deberías echarte atrás o uno solo por el que no hacerlo.
¿dolerá, será rápido, qué veré, qué me espera a parte de mi ansiada libertad, seré famoso, romperé mi reloj, quién va a darle comida a mi gato hasta que mi familia se de cuenta de que no estoy?
Y entonces, tras el último soplo de aire, saltas, desafiando a las leyes de la física, gravedad y lógica.
Ya no hay tiempo para arrepentirse, ya solo queda volar, volar y estamparse con la realidad, en una silla de ruedas o en una foto anónima en blanco y negro bajo un titular en una esquina del más rebuscado periodico de Londres, o en última hora del noticiario, o en una absurda leyenda para enseñar a los niños que no hay que saltar al vacío.

Pero todo eso ya no importa, porque eres libre...
espera, ¿lo eres?



Polvo, ceniza, recuerdo.
nada, excepto memorias anónimas, que no existieron jamás y solo en un estúpido blog.
Espero noticias desde ninguna parte.

martes, 12 de abril de 2011

Texto a Boligrafo 2.

Siempre he odiado las bibliotecas, no porque tenga ninguna fobia a la cultura o poca a resistencia al silencio continuo y obligatorio (que la tengo), es por el desesperante ambiente de estudio, ese olor a libros viejos y todos aquellos niños con sus tebeos y ordenadores verdes de la junta de Andalucía, por esas insoportables bibliotecarias mal vestidas y desagradables con un espeso olor a sudor. También las odio porque me incitan a estudiar, a concentrarme en cosas útiles, lo que me dificulta muchísimo el poder escribir algo productivo, por esta razón escribí otro texto a bolígrafo, con la esperanza de que no me lo tomarais demasiado en cuenta.

Ahora mismo estoy compartiendo una mirada de cansancio con la pantalla de mi ordenador (rescatado ilegal y furtivamente) mientras un bebé no hace más que balbucear, una bibliotecaria lleva un rato espiándome, como si tratara de leer lo que escribo y hemos tenido un incomodo cruce de miradas, en el cual he retirado yo la vista para esquivar su terrible mirada de basilisco y, con ello, su terrible olor a sudor que dejaba huellas alrededor de las mangas de su camisa rosa.

Creo que debería ponerme a estudiar, pero es más divertido fijarme en lo que me rodea y escribirlo sin ni una sola figura literaria, poética ni artística, tan solo, a bolígrafo.



[No soy nada buena terminando textos, perdón estas incómodas aclaraciones]

lunes, 11 de abril de 2011

Texto a bolígrafo 1.

Una vieja de un pueblo, por el quinto infierno, donde nadie había estado ni nadie quería estar, contaba historias sobre un viejo pozo a los niños, que la escuchaban ahogados en intriga.
Las tardes pasaban lentas en aquel pueblo, sol, 38ºC a la sombra, olor a café y a cerveza pegado al viento abrasador, rumor de la fuente de agua verde que presidía la plaza central, cuyas sucias y pequeñas tuberías hacían resonar el eco de los niños que jugaban a su alrededor.

Cada cierto tiempo, el chico de los helados pasaba con su carrito de hojalata listo para ser acosado por niños (y no tan niños) muy dispuestos a hacerse con el último helado de chocolate que había resistido a aquel infernal calor, en aquel pueblo en ninguna parte.

Por muy extraño que suene, adoraba aquel pueblo, y más que aquel pueblo sus enormes alrededores, llenos de bosques y sonidos que no guardaban relación con una máquina o automovil.
como las tardes daban de sí (ya que oscurecía a las diez y media, sin ir más lejos) me las pasaba saboreado aquel ambiente con hambre de espiritualidad y cosas en las que pensar, cosas que por supuesto, no guardaban tampoco ninguna relación con mi rutina o mis preocupaciones.
En aquel lugar piensas en cosas raras, de estas que no cuentas a nadie por miedo a que te pongan una etiqueta a lo "BICHO RARO" o "PELIGRO, NERD A LA VISTA", pero que realmente, cualquier persona con algo de profundidad intelectual, o mejor dicho, espiritual, hace muy amenudo.

En lugares como este, se escribe sin más, lo que uno piensa, sin darse cuenta en que ha escrito cosas que no tienen sentido, que has usado mal una expresión o incluso, alguna que otra falta de ortografía.
¿por qué? porque nadie más va a leer lo que has escrito en esa libreta, porque es algo que tú y solo tú entiendes con certeza, porque nadie va a saber en qué estabas pensando cuando escribiste eso o en qué no lo estabas haciendo, porque si alguien lo lee, a lo mejor no lee hasta esta parte, o se da por aludido en un texto vacío, o se encierra en su burbuja de intelectualidad adquirida sin mérito, usando una jerga que para nada se parece a la que usamos normalmente e intentamos disimular metiendo un taco muy refinado de por medio.
Pero tú, y solo tú sabes que esto es un texto vacío, una inauguracion a un blog estúpido, cutre y que no tendrá muchas actualizaciones, solo tú sabes por qué tiene este título.



Sólo tú conoces esas 100 maneras de pelar una patata.
[Este final está relacionado con el nombre de este mismo blog hace un tiempo, el cual cambié por motivos varios, y ninguno digno de historia]