Curioso nombre para esta caida.
Se le llama caida libre porque es una caida al vacío, sin cuerdas, sin límites, sin salvación ni perdición, todo cuesta abajo y sin frenos.
Pero sin duda alguna, la caida es libre sobre sí misma, ya que nosotros no lo somos ante ella.
No somos libres de culpa o de preocupaciones, pues son ellas mismas las que nos arrojan al vacío, son ellas mismas las que nos encarcelan en una celda de depresión, las que nos acorralan.
No somos libres de pecado, ni tampoco de resentimiento, no somos libres de espíritu, tampoco somos libres de mente, ni libres de pensamiento, no tenemos unos ideales libres ni una libertad amorosa.
Ni siquiera eres libre de tus propios actos, por mucho que te digan terceros, pues, si les es posible, no te dejarán efectuar tu caida, libre, ansiando esa libertad, como quien ansia la muerte hasta que la conoce, pues solo entonces se conoce verdaderamente a la vida.
Miras, aquella ciudad que te vio crecer, o que no lo hizo, aquella ciudad de la que estás enamorado o a la que nunca quisiste visitar, aquellos edificios que te inspiran o que te desquician, aquellas personas, diminutas, comparadas contigo, allí, desde lo alto.
Un par de calculos, tal vez, trayectoria del viento, porcentaje de posibilidades de dónde vas a caer, la duración de la caida y tal vez reflexionando, tal vez, buscando un solo motivo por el que deberías echarte atrás o uno solo por el que no hacerlo.
¿dolerá, será rápido, qué veré, qué me espera a parte de mi ansiada libertad, seré famoso, romperé mi reloj, quién va a darle comida a mi gato hasta que mi familia se de cuenta de que no estoy?
Y entonces, tras el último soplo de aire, saltas, desafiando a las leyes de la física, gravedad y lógica.
Ya no hay tiempo para arrepentirse, ya solo queda volar, volar y estamparse con la realidad, en una silla de ruedas o en una foto anónima en blanco y negro bajo un titular en una esquina del más rebuscado periodico de Londres, o en última hora del noticiario, o en una absurda leyenda para enseñar a los niños que no hay que saltar al vacío.
Pero todo eso ya no importa, porque eres libre...
espera, ¿lo eres?
Polvo, ceniza, recuerdo.
nada, excepto memorias anónimas, que no existieron jamás y solo en un estúpido blog.
Espero noticias desde ninguna parte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario