lunes, 27 de febrero de 2012

¡!

Hacía ya un cuarto de año que no lloraba por el nido de mariposas. ¿...Y? ¿Dejaron de comerme las entrañas? Ni la más mínima idea, tampoco me importa.
Ayer, tras más de la mitad de año, la inspiración volvió envuelta en un abrigo de lana, horrible, de sabor a sal disuelta, qué asco, qué puto asco, lárgate.
Me abrazó, y no me dejaba ni pensar, me susurraba tantas cosas al oído, más de las que podría escribir en 3 cuartos de año ¡Imagina cómo rajaba la zorra! ¿Tenías mucho que contarme tras tanto tiempo, no es así?
Ayer, como decía, sin más, escribí ésto:

"¡Y que llueva!
¡A cántaros, que llueva en todo el planeta, en cada rincón, que ni el más fuerte techo pueda parar el agua...!
¡Y que llueva el cielo lo que mis ojos no están dispuestos a llover...!"

 ¡Cómo me conoces, maldita!
Pues sí, lluvia, lluvia es lo que necesito, que llueva a cántaros, que se caiga el cielo a pedazos, que todos los seres de este mundo se mojen, que no pase desapercibida, que la gente baile, cante, grite, discuta, bese, maldiga... ¡ Y que, en un intento desesperado, intenten cubrirse la cabeza de la lluvia...! 
¡Ingenuos, ilusos! La mayor lluvia de todos los tiempos, nada la va a parar, ni un paraguas, ni siquiera un maldito techo de hormigón, ¡No! Que hoy el cielo llueve por mi, porque yo ya he dado mi brazo a torcer en más de un año completo ¡Y no pienso llorar más por lágrimas de azúcar, malditos seáis todos!
[...]
Y a mitad de esta locura sin argumento ni validez literaria, te vas.
Espero que no te mojes mucho, querida.


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