¡Labios!
Terminaciones nerviosas por doquier, capaces de volver loco a cualquiera.
¡Malditos labios y su manera de danzar en forma de luna!
¡Y maldito el hálito que se escapa de los suyos!
Y mi cabeza no para de remolonear, ¿Qué coño me pasa?
Me da miedo, porque sé que no es fácil, es más ¡sé que es imposible!
No sé como tras éstos años sigues ahí, maldito seas, ¡Casi ni eres el mismo! pero revolotea por todas partes la necesidad de estar cerca de tu nube de pensamientos, del humo de todas aquellas cosas que dices, tu manera de hablar y de hablar, y de que la conversación nunca decaiga.
Y reconocer he de, que a veces no te presto atención sólo por mirarte, como abres ligeramente un poco más los ojos cuando algo te enfada, o cuando agachas la cabeza y me miras serio bajo el sombreo de tus cejas.
¡Y lo ignoras! ¡Y no me extraña!
Por primera vez, por primera vez en muchísimo tiempo, noto que tengo algo que escribir, algo que decir, algo que hacer.
No te voy a decir que es amor, ni que es capricho, ni que es cariño, ¡Porque no lo sé ni yo!
Es algo nuevo, ¡pero no voy a temerle, no...!
¡Y si me caigo y me hiero, habrá merecido la pena!

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