martes, 18 de diciembre de 2012

Cuaderno de caza del Doctor Langueagitée.

Cuaderno de caza, día 30 de octubre de 2009.
Hoy me levanté con ganas de explorar y de investigar lugares donde nunca había estado (porque hoy en día a eso se le puede llamar explorar, ¿no?) y he encontrado multitud de plantas a las cuales me era imposible siquiera sospechar un nombre, además de múltiples insectos, roedores y algún que otro reptil que reptaba asustadizo entre las ramas secas que creaban el manto otoñal de este precioso "nuevo" paraje.
Paré a almorzar en un pequeño claro, de luz cobriza y agradable. El viento apenas soplaba y encontré una piedra extrañamente confortable allí, aunque supongo que después de 5 o 6 horas caminando sin descanso cualquier cosa lo es.
La cosa es que yo estaba allí francamente a gusto, hasta que escuché un extraño crujir de ramas, algo descompasado, lo que me dio a entender que no solo eran simples pasos de un solo individuo, sino que eran más de dos piernas las que caminaban.
En ese momento no me asusté mucho, pues podía ser cualquier gato o, en el peor de los casos, alguna jineta desorientada o, incluso, atraída por el sugerente olor de mi comida (pollo con setas hecho por mi mujer, una auténtica delicia) 
Cuando realmente empecé a preocuparme fue cuando noté que al compás de los pasos iba un jadeo casi agónico: - Espero que no sean ellos- Pensé.
Y es que sí, la última vez que fui por aquella zona también me los encontré: Son unos bichejos horribles, no tengo ni idea de qué quieren de mi. Son unas criaturas realmente territoriales y, cuando te encuentran en lo que ellos consideraban su destino, son completamente impredecibles y es mejor salir huyendo (no sé lo que comen, pero algo me dice que pollo con setas no).
Decidí esconderme tras la corteza de corcho (alcornoque, 230cm) medio arrancada por la propia estación y, en lugar de aprovechar la tardanza de las criaturas, decidí esperar allí para poder almorzar en paz y, de camino, podría observarlos de cerca.
Me llevé allí alrededor de 3 o 4 horas, así que, como bien se podría suponer, terminé por almorzar sin moverme de mi escondite.
Aunque fueron intensas, en esas horas pude observarlos de cerca y apunté varias de sus características:
- 5 Individuos: 3 machos, 2 hembras.
- Comportamiento primitivo, escasa organización de convivencia, se entretienen, parecían hambrientos, pero ninguno consiguió comida. Cada cierto tiempo hay conflictos entre ellos.
Cada minuto que pasaba allí me asqueaba más. Eran completamente repulsivos, se peleaban entre ellos mismos continuamente, eran totalmente aculturales, nada pulcros ni organizados. Apestaban desde mi escondite, eran realmente desagradables.
Tras anotar un par de cosas y terminar mi pollo con setas, comencé a perder la paciencia y a encontrarme mal, pero no me arrepiento de haber comenzado este interesante estudio, además, tras colmar mi paciencia no tuve que esperar mucho más para poder irme, después de todo, solo les quedaba una botella de vodka y un par de porros.

viernes, 9 de noviembre de 2012

Azazel.

- La lluvia no para, ¿Cómo no? ¡Aquí nunca deja de llover! qué asco.
Ella lo miró de reojo mientras recogía algo del suelo para tirarlo a la papelera: -Sabes que no me gusta que hables así. La lluvia es un regalo de Dios, deberías alegrarte de que llueva.
Él la miró rápidamente, puntuando el final de su ahogada contestación con un ceño fruncido escondido tras el pelirrojo flequillo que perfilaba sus pequeños ojos, como botones, inertes y oscuros, que transmitían el más pasivo de los odios.
Será lo que tu quieras, pero es un asco, igual que el colegio, igual que el pastel de carne, igual que la misa de los domingos e igual que todo. - Su madre, casi de un salto, fue hacia la esquina de la mesa donde él estaba y le propinó un azote con una calmada fuerza, pero seco como una nuez: Te he dicho que no me gusta que me hables así. Son todos regalos de Dios, tú eres también un regalo de Dios, y los regalos de Dios no desperdigan blasfemias ¡Será posible! Lo pequeña que tienes la boca y la cantidad de horrores que sueltas en los veinte minutos que tardas en tomar el desayuno.
Se fue correteando, con un paraguas y la cartera del colegio, maldiciendo y murmurando. Esquivaba las lineas que creaban las losas rectangulares con agilidad, a su vez, canturreaba una canción de la radio que su madre describía como ruidosa y molesta, pero que a él le parecía de una musicalidad pegadiza e incluso brillante.
Entró en clase, como siempre, tarde. Era un niño bastante despistado y le apasionaba la observación de ciertas cosas, por lo que, generalmente, era fácil distraerlo con cualquier cosa.
-¡Pero bueno, Pérez! ¿Otra vez tarde? Es increíble que jamás llegues a tiempo, venga, veinte azotes, para que no se te peguen las sábanas nunca más. El maestro propinó veinte azotes con la regla de vinilo, la que más dolía, al pobre chico, que intentaba no lloriquear, pero que, verdaderamente, estaba sufriendo.
Cuando el maestro terminó se apoyó en el hombro del pequeño y mirándole le dijo: -Y recuerda, hijo, son para que aprendas, Dios quiere que seas un buen muchacho y para ello debes aprender. Estos azotes son un regalo de Dios. El día de mañana se lo agradecerás.
Las horas pasaron lentas, y la misa aún más, aunque para el pequeño fue un análisis exhaustivo del Dios que tantos regalos desagradables le cedía. A la hora de la merienda, los chicos volvieron a casa correteando contentos. Pérez también volvió a casa, pero él iba engatusado, pensativo, sin esquivar siquiera las líneas de las losas rectangulares del suelo.
A mitad de camino, una vocecilla le llamó la atención desde la acera de la izquierda: - ¡Oye, tú! ¿Ya no te acuerdas de saludar a las viejas? 
El chico se paró en seco y giró la cabeza bruscamente, encontrándose con la apacible apariencia de Mikaela; era una anciana de unos setenta años, con el cabello largo como la crin de un caballo salvaje, y blanco como el reflejo del agua. Desde que era un bebé, Mikaela le contaba historias de su tierra, un país al otro lado del charco llamado Perú, donde ella decía haber aprendido a hacer el chocolate que vendía en la pequeña tienda de piedra de la acera de la izquierda.
El pequeño corrió hacia los brazos de la anciana, que lo abrazó con una fuerza inusual para su edad: - ¡Pero qué mayor estás ya! ¿Qué tal te ha ido en la escuela? - El chico bajó la cabeza, apagando la sonrisa poco a poco: - No muy bien, Dios me ha regalado veinte azotes para que aprenda a no llegar tarde a clase. - La mujer permaneció en silencio, intentando camuflar su gesto de sorpresa tras la mano derecha: - Bueno... ¿Y tu madre? ¿Cómo está? - El chico la miró y sonrió levemente: - Como siempre. En casa, sirviendo a Dios y haciendo pastel de carne para cenar. - Mikaela le miró algo disgustada y tras una sonrisa de complicidad le regaló una gran onza de chocolate que el chico se metió ansioso en la boca: - Mika... ¿A ti Dios te hace regalos? - Preguntó el pequeño pelirrojo, masticando el chocolate con rapidez: - Bueno... La verdad es que no sé si Dios me regaló algo o no, pero sí te diré que todo lo que tengo lo he conseguido yo, y que de cada grano de café y cacao que siembro, soy yo quien suda el esfuerzo, y que cada centavo que gano me lo trabajo con mi espalda y mis manos...- La mirada del chico se iluminó. Se levantó de un salto desde el regazo de la vieja Mikaela, besándola en la mejilla y despidiéndose con la boca llena de chocolate.
El chico corrió a lo largo de la calle sin detenerse a esquivar las líneas de las losas de la calle.
 - Pobre diablillo... - Susurró la vieja mientras seguía con la mirada los pasos descordinados del muchacho, que se alejaba como alma que lleva el demonio.

lunes, 5 de noviembre de 2012

I don't wanna stay at all.

El morro del coche va devorando las líneas de la carretera a 120km/h. Por mi ventanilla no veo más que inmensidad y desierto pero, aún así, la velocidad refresca la aridez que me rodea, que te rodea a mi lado.
Suena Yellow Ledbetter, como siempre que vamos por la autopista juntos, sé que no te gusta que te mire mientras cantas en silencio, mojándote los labios en cada respiro de la guitarra, pero también sé que detestas que fume en tu coche y aún así, me miras cuando me enciendo un cigarro y sonríes al girar la cara hacia la carretera. "Seguro que la ruta 68 de Arizona está escrita por Eddie Vedder" me dices siempre que vamos por ella, sonrío y te beso, como siempre, porque siempre tienes razón.
El sol ya empieza a asomar por el engañoso fin de la carretera, me gusta cuando aceleras al darte cuenta, como si intentases alcanzarlo. Estoy segura de que ya lo has conseguido.
Hoy, es 13 de mayo del 98, y parece que aún seguimos en la carretera, juntos, intentando alcanzar el sol, escuchando Yellow Ledbetter, y parece que me recuerdas el supuesto autor de la ruta 68 de Arizona, parece que aún te puedo besar y distraerte sin miedo, pues la carretera sigue siendo nuestra, más tuya que mía, pues tú ya no puedes regresar de ella.
Hoy conduzco sola, suena Pearl Jam, voy a 120km/h y estoy segura de que hoy alcanzaré al sol antes de que se escape hacia su posición matutina, aumento a 150km/h, sé cuánto te habría gustado correr a esa velocidad por la ruta 68, por eso dejé que cogieras tú el volante, a 200km/h, mientras, yo canté en silencio el estribillo de Yellow Ledbetter y cerré los ojos. Podía notar que el sol cada vez estaba más cerca.
Para la gente de nuestro alrededor puede que seamos dos muertos en medio de la carretera, pero tú y yo sabemos lo que de verdad somos y no nos importa que nos retiren del coche antes de que acabe nuestra canción, pues nosotros seguimos en la carretera, con Yellow Ledbetter de fondo, a punto de alcanzar el sol.

"Ah yeah, can you see them out on the porch? Yeah, but they don't wave. 
But I see them round the front way. Yeah. 
And I know, and I know. I don't wanna stay at all."

lunes, 15 de octubre de 2012

Tiritas.

Son las dos y media ya, sólo queda un cuarto de hora para que termine esta tortuosa clase. Todo apesta a sudor, casi ya nadie escucha al profesor y el concierto de bostezos va en crescendo.
El profesor habla, habla, habla, habla, habla y sigue hablando, ajeno (no sé si queriendo o por auténtica ingenuidad) al ambiente de apatía y pasividad suicida de sus pupilos.
Yo sólo podía mirar al reloj con los ojos inyectados en desesperación, pero parecía que cada vez que el profesor decía una palabra los segundos se multiplicaban, impidiendo al tiempo avanzar.
-¡Que se calle ya!- Suplicaba una masa silenciosa, que camuflaba el aburrimiento y las ganas en garabatos azules en el cuaderno.
No podía aguantar un cuarto de hora con ese monólogo de acero, así que decidí hacer una pregunta para hacer el cuarto de hora más ameno, después de todo, es Filosofía, preguntar está bien, ¿No?
Una manita se levanto tímida entre las cabezas hundidas entre apuntes.
- Entonces... ¿Las personas son eternas? Es decir... Aunque mueran, ¿Persisten?
El profesor clavó los ojos en la masa olorosa y aburrida, buscando al curioso, hasta que se chocó con mis ojos, pseudocerrados y mi ceño fruncido.
- Es una buena pregunta. Pero la respuesta es bastante obvia, ¿No le parece?
- A mi no me lo parece, sino no tendría sentido preguntarlo.
La clase entró en ebullición y, entre el barullo, se podían distinguir risas y comentarios burlescos, pero no me importó, y creo que al profesor tampoco.
- Pues bien... Dicho así, creo que debo responderte.
En ese momento todo tomó un insospechado interés por parte de la mayoría de la gente.
   Bueno... Yo pienso que no lo son, ¿Cómo van a serlo? Lo que propiamente permanece en la vida terrenal son sus actos. Sus actos y sus restos. Su memoria permanecerá en los que le apreciaban y los que le odiaban, en los que le admiraban y en los que le detestaban, en los que estuvieron a su lado.
Pero... Cuando éstos mueran el recuerdo se difuminará, y sólo quedarán fotografías y anécdotas que pasean por casualidad en las comidas familiares, pero es más que obvio que con el paso de las generaciones, van desapareciendo. En parte me parece consolador, pues desaparecer nos concede el beneficio del perdón real, cuando no queda nadie que recuerde tus errores, cuando ya no hay ninguna herida que no haya sido carcomida por los gusanos del tiempo, pero por otra parte nadie recordará tu esfuerzo y tus inversiones, el daño que te han hecho ni los sacrificios que has afrontado, pero sin duda, no creo que nada compense enteramente el peso de la eternidad sobre la propia tumba, nada compensa por completo que tu vida sirva de ejemplo para el resto de generaciones, no creo que compense morir terrenalmente y, sin embargo que la gente lleve tus errores y tus logros latentes, es un ancla que te ata a una inmortalidad inerte que, como digo, no compensa para nada la fama. Así que, considero que algunos pueden permanecen y otros no son eternos, y dichosos aquellos que no lo son, desde luego, porque serán los que podrán descansar.
     Sonó el timbre, enmudeciendo las últimas palabras del profesor, pero había escuchado suficiente para comprender más de lo que habría imaginado.
Mientras volvía a casa sus palabras me retumbaban en la cabeza, y cada vez ese eco tenía más razón, yo no quería ser inmortal de esa manera, no quería, quería morir para la gente cuando muriese mi cuerpo, e, incluso, quería morir en ese instante para algunas de las personas de mi alrededor. 
Y es cierto, no quiero ser inmortal, y menos para ti.
Y si te hice daño, recuerda que, alguna vez, tú también me lo hiciste a mi.
Pero tú para mi, créeme, que no serás inmortal, jamás.
Se abre la herida, se cura, tirita.
Se cierra la herida, tirita fuera, y a la basura.



lunes, 10 de septiembre de 2012

Hoy no queda sitio en mi cabeza sino es para acordarme.

Y no hay inspiración que me valga hoy sino la tuya, genio.






Pregúntale qué añora y en qué piensa cuando llora.
Pregúntale si el tiempo cambió o sigue lloviendo...




Muy, muy grande, Robe.
Muy, MUY, grandes, Extremoduro.




... El hotel se quedó sin perchas que robar.








domingo, 24 de junio de 2012

Cuando dejéis de saltar de la pierna de la que cojeáis podréis venir a darme lecciones de humildad y respeto.
Mientras tanto os aconsejo que os metáis la lengua por el culo y os atragantéis con la cantidad de chorradas que soltáis, incansables.


¿Yo? Yo confío en el tiempo.
El tiempo es ordenado y clasificador.
Y él me ha demostrado que cada uno tiene lo que merece.
Yo confío en él.
Ya ha demostrado de sobra que cada uno tiene su lugar.
y todos, absolutamente todos acabaréis donde os corresponde.

En la mierda.

jueves, 21 de junio de 2012

¿Felicidad?

Bueno... supongo que es sentir por una vez en la vida que prefieres lo que tienes a lo que sueñas.

                                                   Nunca me voy a hartar de tenerte aquí.
                                                                     Te amo, Galo.
Hay gente que gasta demasiado tiempo en ver la paja en el ojo ajeno.
En lugar de hacerse una y dejar al resto en paz.




La vida sería una fase mejor sino tuviésemos críticos improvisados.
Ya se sabe que la gente critica a las personas que hacen lo que ellos no tienen valor para hacer.




Que te follen, amargada.

sábado, 16 de junio de 2012

Hoy me siento J.R Jiménez, pero sin burro y sin genialidad.


Y el amargo amago de las margaritas, ya marchitas, por florecer.
Y el violento viento a las hormigas de las hojas al caer.
Y no lloro, que no, pero tampoco veo florecer
ni una sola flor que viva antes de fallecer.

lunes, 11 de junio de 2012

La miel de ayer es la hiel de hoy.

Reconócelo, odias estar sola, lo detestas, y aún así tu orgullo no te permite correr la cortina de lágrimas que no te deja ver que, tal vez, las cosas no son tan malas como parecen desde la fosa.
Detestas que todo esté patas arriba, y detestas que el día de hoy no sepa a café, que no esté aquí como quisieras, que no sepas dónde, ni por qué, ni cómo está.
Reconócelo, hoy desearías que, como la otra vez, comenzara a llover.
Y aún así el sol brilla, los pájaros cantan y las nubes se consumen en suspiros de calor.
¡Hoy nadie está dispuesto a llorar por ti! ¡Nadie! 
Hoy es un día de hiel, un día de flor amarga, hoy no está en tu lista de tareas vivir.
¡Si tú supieras cómo te ves desde fuera! Estás arrugada y encogida; como una bola de papel.
Roza el punto de lo absurdo, de lo divertido, no sé cómo puedes estar triste si te ves tan ridícula desde fuera.
¡No va a llover, imbécil! ¡¿Y sabes qué?! Que tú tampoco deberías llover.
Porque estás harta, cansada, exhausta, quemada, vencida, DERROTADA, y hoy no va a llover por ti.
Porque estás triste, impotente, lúgubre, hundida, confusa, preocupada, y hoy no va a llover por él.
Porque estás furiosa, débil, inerte, arrepentida, sola.
Por eso, y sólo por eso, no deberías llorar, porque si el cielo no va a llorar será porque no hay un motivo para hacerlo.
Y recuerda que las agujas del reloj bailan a un ritmo imparable, invencible, incontrolable y que, jamás han llorado por ti, sino que te han dejado ver que, tal vez, cuando su danza avance las nubes que llueven en tus ojos se irán y se quedarán los motivos sin saliva.

Y, aunque no te guste su voz, escucha a la vieja tortuga cuando canta:
"Ya ves, se nos queda grande,
y hay riesgo de alarma otra vez...
Tal vez, cuando todo amaine, la suerte nos vuelva a vencer"


miércoles, 6 de junio de 2012

Yo me quedo junto al lunar en la esquinita de tus labios.

Acariciarte la espalda con mis dedos indefensos, como componiendo una pieza a piano perfecta en las infinitas teclas de tu piel.
Y me gusta mirarme ahora si es reflejada en tus ojos, y me gusta mi pelo si huele a tus manos.
Increíble que, a pesar de todo, me parezca un sueño.
Pero sé que es cierto, porque ¿qué puede ser ésto sino amor?
quienes dicen que amar duele es porque
no se han chocado con tu iris
de cristal.


"Boom" en 5 días.

Esta entrada me temo que va a ser una pequeña reflexión personal sobre algunas cosillas que me han pasado durante los últimos cinco días, así que siento desilusionar si esperabais encontrar una entrada currada y tal, pero de veras necesito hacer ésto.
Hace cinco días que todas las cosas se han vuelto un mar de rencor y odio, malentendidos, confusiones y peleas completamente absurdas con muchísima gente. 
Yo nunca he buscado la aceptación de nadie, es más, nunca me he esforzado por aparentar ser alguien amable o simpática y, de hecho, me enorgullece ser tal y como soy en cada momento, cosa de la que no mucha gente puede presumir.
De estos días podría destacar que me ha desilusionado bastante gente en muy poco tiempo, gente que parece que no me conoce, y otras que dicen conocerme y no tienen ni la más remota idea de quién soy y, sin embargo, me odian. ¿No creéis que, si bien debéis conocer a vuestros amigos, deberías conocer aún mejor a vuestros enemigos? Ya que al menos gastáis vuestro tiempo en intentar herirles o molestarles, deberíais saber al cien por cien cómo son, sino ¿cómo sabéis que le odiáis? No lo entiendo muy bien.
No voy a meterme en una burbuja a negar la realidad: ¿He tenido culpa de algo en estos cinco días? Sí. ¿Tanta como para que se formaran tales follones? En absoluto, y cualquier persona con sentido "común" (Y lo digo entre comillas porque cada vez es menos común entre la gente) sabría que lo que ha pasado no tiene ni pies ni cabeza.
Pero en fin, ya lo dice el refrán: "Si la vida te da palos, hazte una casa" y eso es lo que precisamente he hecho ahora yo.
Una casa, una casa enorme y bonita, hecha con cada cosa mala que me ha pasado, y la voy a llenar de música, la voy a llenar de buenos ratos y la voy a llenar de las sonrisas y el apoyo de la gente que me ha demostrado que, pase lo que pase, va a estar ahí.
Gracias, GRACIAS, de verdad.


PD: A ver si con un par de palos más me da pa' un aire acondicionao' pa' la casita, que me muero de calor.

lunes, 21 de mayo de 2012

Veinte emes, trece pellizcos, y ochenta y siete noches.

¡Y allí seguía! El Eucalipto tras esa interminable escalera de tierra, era el más bonito de todos, el más esbelto y tierno que quedaba sembrado. Seguía siéndolo, después de todo, el tiempo pasaba igual para toda la arboleda.
El viento soplaba con el mismo rumor ácido y abrasador que aquella tarde de mayo, bastante pegajosa y húmeda para la época, la brisa que chocaba ardiente contra la nariz, cosiendo una expresión tan arrugada como la corteza hundida del deformado tronco gris.
Era más alto, y seguía igual de elegante e imponente que cuando lo abandoné tatuado la última vez, aún sangrando por los nombres que tallamos, casi pensando encontrarlos allí en unos años.
Ya no me acordaba de que alguien los tachó poco después de haberlos tallado, aún así, me dio pena encontrar nuestros nombres ilegibles cicatrizados en la tierna corteza primaveral. 
Al pasar la yema de los dedos por la pequeña cicatriz de tres letras, casi pude olerte abrazándome por la espalda. Durante la árida sensación de vacío, pude notar cómo me clavabas los ojos, fue extraño recordarlo como sueño, como un simple pensamiento etéreo, como si nunca hubiese ocurrido.
Un escalofriante par de dedos de espinas bailaron por mi espalda al chocar la vista con el segundo nombre, estaba tallado con menos ímpetu, pero tachado con más rabia, un nombre de letras impares, como el tuyo.
¿Sabes qué? que está bien que lo tacharan, porque la culpa fue nuestra, por tallarnos en un árbol perfecto cuando lo nuestro no lo era, deberíamos haber tatuado lo que pasó a fuego en un árbol deforme y grotesco, con sus rectos y sus altibajos, con sus ramas caprichosas y sus hojas marchitas, ¿Sabes por qué? Porque a los árboles que crecen torcidos no los talan, no los cortan ni los rayan, porque no son útiles, porque no son bellos.
¡Y podría escribir como éste mil millones de textos! Porque hoy me he visto sonreír en el calendario, al ver que ha pasado como una lluvia de estrellas lo que yo imaginé como quinientas primaveras sin dormir.
Porque todo ha pasado, porque talarán el eucalipto y arderá la infinita escalera de tierra, y se congelará la brisa árida de mayo, y pasarán las hojas del calendario al ritmo de mis pasos bajando tu escalera...
Y pasarán los segundos,
y pasarán los minutos,
y pasarán las horas,
y los días.
Y pasarán también meses y estaciones,
y pasarán con ellos los años y los lustros,
seguidos por los siglos y milenios...

Sin respirar tus latidos inquietos que me gritaban desde tu boca.
y cuando todo eso pase, nada más pasará.

sábado, 28 de abril de 2012

¡Sincronicemos los latidos con la boca y...!

Eres el mayor de los vicios.
y la mejor de las sensaciones.

Se chocan en el cristal de tus ojos todo lo que intento decirte desde los míos.
Abre los ojos,
cierra la puerta,
y échame el pestillo.


2 meses; ¿o fue ayer?
te quiero.


martes, 24 de abril de 2012

Dulce taquicardia.

Y se me engangrena la garganta al pasar el silencio que me trago...
Soñarte dormido con los ojos abiertos, soñar que duermes en el lecho de mis labios...
¡¿Cuáles fueron mis palabras sino las mismas que ahora digo?!
¡Que no me queda miedo, ni temor, ni agonía que ofrecerte!
En la nueva nube de algodón de tus palabras, el paraíso de miel de tus labios, y las lagunas infinitas de tus ojos no hay sitio para ellos, no hay sitio para ella, solo para nosotros dos...
¡Caer, caer...! ¿Qué más dará caer si lo hago por ti?
El barro puede ser también Cielo a través de tus ojos de agua de mar.

Te beso, me besas, te vuelvo a besar...
Imanes, átomos, piezas de un rompecabezas...
¡Y tú correteando todo el día por las avenidas de mi cerebro!


Que te pasas todo el día en mi cabeza,
y yo te prefiero en mi almohada.








Tres de abril de dosmildoce. Te quiero.

Se me olvidan las promesas.

Porque están cosidas al tiempo, y el tiempo es infinito.

martes, 17 de abril de 2012

En terapia.

Pensar que es cuestión de tiempo, sólo eso, tiempo.
Esperar, confiar en que decida parar.
Confiar en que todo ésto quede en una jugarreta de críos.
Y no moverme, y autoconvencerme de que las cosas no pueden empeorar...
Y es cierto, aunque eso no signifique que vayan a mejorar.


Con fiebre la soledad se hace más pesada.

jueves, 29 de marzo de 2012

Ni tres pies al gato 
ni pellizcos bajo los trapos,
vente al lado, sin mentiras ni atajos,
si lo que te echó te trajo,
¿dónde está el truco?

Desvanecerse en una nube de nicotina.

viernes, 16 de marzo de 2012

Killing in the name of... who?

Killing me with your names, written together inside a heart on a tree.


Soy tonta, tontísima, lo sé de verdad, pero supongo que ese es parte de mi encanto, ¿no?
¡Sabía perfectamente cómo me sienta ver esas malditas fotos! ¡Y aún así lo hice!
¡Sabía cuánto dolía mirar aquellas fotografías, en las que la gata venenosa, de ojos encharcados en sombra de ojos y los labios llenos de lápiz carmín te tocaba, te miraba, incluso te besaba! ¡Era peor que una maldita pesadilla!

Conocía dicha sensación de angustia, dolor y rabia desde hacía ya bastante tiempo, ¡¿Qué decir?! Nunca supe mantenerme cuerda en los temas referentes a ti. ¡Qué asco me da esa maldita víbora! Casi puedo notar en su mirada pseudo-basilisca un horrible aire hirviente y ácido, lleno de odio y rencor.
¡LA ODIO! Jamás creí que podría llegar a odiar a alguien, pero es ella, ya ha pasado el tiempo y afortunadamente todos los pingüinos, los "pitiminís" y los pakújules han desaparecido, pero aún así ella sigue viviendo, y el recuerdo de lo que fue un día un amor digno de envidia sigue latente.


Y día tras día su presencia me envenena.

domingo, 11 de marzo de 2012

¡Por fin me devuelvo la mirada!

¡Mierda! ¡De todas y cada una de vuestras asquerosas bocas!
¿Pretendíais tapar con toda esa mierda las flores?
¡Sabed pues, que la mierda las tapó, pero ahora crecen más bellas y fuertes gracias a vuestra mierda que las abonó!

¡Voilà!


Ni el espejo me devuelve la mirada.

Mares de dudas,
Mares de inseguridades,
Mares de mentiras,
Mares de mierda.

... y la mierda apesta, y tapa el olor de lo que un día fue un bello jardín de flores.
¿De qué servirá la belleza si se marchita con el dolor?

viernes, 2 de marzo de 2012

¿Miedo a caer, yo?

Y una tras otra las copas de felicidad me emborrachan de tu olor...
¡Bendita la caída a la que temía!
¡Y bendito cada segundo que me das...!
¡Bendito todo lo que arriesgué, todo lo que perdí y lo que gané!
¡Benditos tus ojos, tus labios y su manera de besar...!

Y de veras, que si ésto no es amor, nada lo es.
- Te quiero.

martes, 28 de febrero de 2012

Stairs beating.

Tú  




Yoymisganasinfinitas;

Texto a bolígrafo 3.

¡Labios!
Terminaciones nerviosas por doquier, capaces de volver loco a cualquiera.
¡Malditos labios y su manera de danzar en forma de luna!
¡Y maldito el hálito que se escapa de los suyos!
Y mi cabeza no para de remolonear, ¿Qué coño me pasa?
Me da miedo, porque sé que no es fácil, es más ¡sé que es imposible!
No sé como tras éstos años sigues ahí, maldito seas, ¡Casi ni eres el mismo! pero revolotea por todas partes la necesidad de estar cerca de tu nube de pensamientos, del humo de todas aquellas cosas que dices, tu manera de hablar y de hablar, y de que la conversación nunca decaiga.
Y reconocer he de, que a veces no te presto atención sólo por mirarte, como abres ligeramente un poco más los ojos cuando algo te enfada, o cuando agachas la cabeza y me miras serio bajo el sombreo de tus cejas.
¡Y lo ignoras! ¡Y no me extraña!
Por primera vez, por primera vez en muchísimo tiempo, noto que tengo algo que escribir, algo que decir, algo que hacer.
No te voy a decir que es amor, ni que es capricho, ni que es cariño, ¡Porque no lo sé ni yo!
Es algo nuevo, ¡pero no voy a temerle, no...!
¡Y si me caigo y me hiero, habrá merecido la pena!

lunes, 27 de febrero de 2012

¡!

Hacía ya un cuarto de año que no lloraba por el nido de mariposas. ¿...Y? ¿Dejaron de comerme las entrañas? Ni la más mínima idea, tampoco me importa.
Ayer, tras más de la mitad de año, la inspiración volvió envuelta en un abrigo de lana, horrible, de sabor a sal disuelta, qué asco, qué puto asco, lárgate.
Me abrazó, y no me dejaba ni pensar, me susurraba tantas cosas al oído, más de las que podría escribir en 3 cuartos de año ¡Imagina cómo rajaba la zorra! ¿Tenías mucho que contarme tras tanto tiempo, no es así?
Ayer, como decía, sin más, escribí ésto:

"¡Y que llueva!
¡A cántaros, que llueva en todo el planeta, en cada rincón, que ni el más fuerte techo pueda parar el agua...!
¡Y que llueva el cielo lo que mis ojos no están dispuestos a llover...!"

 ¡Cómo me conoces, maldita!
Pues sí, lluvia, lluvia es lo que necesito, que llueva a cántaros, que se caiga el cielo a pedazos, que todos los seres de este mundo se mojen, que no pase desapercibida, que la gente baile, cante, grite, discuta, bese, maldiga... ¡ Y que, en un intento desesperado, intenten cubrirse la cabeza de la lluvia...! 
¡Ingenuos, ilusos! La mayor lluvia de todos los tiempos, nada la va a parar, ni un paraguas, ni siquiera un maldito techo de hormigón, ¡No! Que hoy el cielo llueve por mi, porque yo ya he dado mi brazo a torcer en más de un año completo ¡Y no pienso llorar más por lágrimas de azúcar, malditos seáis todos!
[...]
Y a mitad de esta locura sin argumento ni validez literaria, te vas.
Espero que no te mojes mucho, querida.


martes, 14 de febrero de 2012

Horas.

A veces me acuerdo de ella, vestida de blanco, con su olor a alquitrán.
Siempre era la princesa allá donde fuera, fumaba tabaco de hombre y se pintaba los labios de gris.
Escritora de mil historias, paraíso de muchos, perdición para demasiados, pelo canoso, largo, fino, infinito, helado, maldito, divino.
La piel rota de un millón de primaveras sola, y los ojos encharcados en vidas que se fueron, agonía tatuada en su cuello, divino cuello de hormigón.
Sus dedos llenos de cayos de tocar cada tecla de cada piano de cada burdel, y la garganta seca de beberse cada copa de la sangre de aquellos que murieron por ella, en sus labios la sal de las lágrimas de éstos.
Y cuando la visten de rojo sonríe... ¿qué va a hacer sino sonreír? Y se llena de estrellas su cara, y el alquitrán se enorgullece de ser pisado por sus tacones de aguja, desfilando en la infinita curva de su espalda "La Gran Vía".
Cosida a las sábanas de papel de Serrat, Sabina y tantísimos otros enamorados de sus labios de sabor a inspiración. Ella es facilona, no vacila, ni te mira, no te besa en los labios, ni te roza y sólo puedes escribirla ¡y...!
Ay, Sabina, ¿qué decir que no hayas dicho tú ya?
"Las niñas ya no quieren ser princesas,
y a los niños les da por perseguir
el mar dentro de un vaso de ginebra,
pongamos que hablo de Madrid."

¡Y pensar que pretendíais encontrarme...!


¿Yo? ¿Esconderme? ¿De qué? ¡Yo no poseo temor alguno a nada de este mundo!
¿Por qué pensabais que me escondería?
¡Yo nunca me escondí, ineptos...!
¡Fuisteis vosotros los que no supisteis dónde buscar!